
A lo largo de su vida una mujer puede encontrarse, por insinuación o intimidación directa o indirecta, con hombres que les hacen propuestas de trabajo, con pretensiones sexuales, que pueden catalogarse de "intere$ante$, ingenuas, ñoñas, algunas que dan miedo, etc.". Pero cuando una mujer pasa de ser consciente en su consentimiento sexual sabe muy bien que "el buen sexo no radica en masajes en las zonas obvias, ni en técnicas para retardar la eyaculación o para provocarte orgasmos múltiples".
El secreto radica en algo que no se ve ni se toca: CONFIANZA.Obviamente "para sentirte en total confianza con alguien se necesita más de un encuentro". Pero es más para sentirse en total confianza con alguien se necesita más de un encuentro sexual, y esto no ocurre con el primer tipo que se te cruza en el camino.
La relación sexual es juego y mutua empatía, y para que eso funcione ha de acontecer Confianza, tanto para dejarse hacer y para hacerle, para disfrutar sin falsos pudores ni gemidos exagerados y falsos.
y claro está, la confianza no puede tenerse con alguien que se acaba de conocer. Eso es adentrarse en el riesgo y la posibilidad de un evento de consecuencias incontrolables.
Cuando ya se conocen, cuando ya saben qué le gusta a Él y él sabe qué le puede llegar a gustar a Ella, cuando han probado varias cosas y hay una en especial que desata a esa fiera lujuriosa que todos llevamos maniatada dentro, la mayoría de las veces la satisfacción te hace arrullarte con tu pareja. Ese nivel de confianza no se logra en "el primer acostón", por mucho que exista un enamoramiento, una relación de pareja o una formalización matrimonial, o necesites desahogar con alguien tu impulso sexual. Por eso a las mujeres nos suelen cagar los chavos que dicen "sólo una noche conmigo y te vendrás veinte veces". Los fanfarrones suelen ser como los beatos, poco de fiar y nada de fondo. Es el "dime de que presumes y te diré de que careces. Así se puede expresar "Mujer Luna Bella", de quien hemos incorporado su texto, con leves modificaciones generalizadoras, ya que las mujeres no necesitamos ser, por necesidad o por vocación, cabareteras, prostitutas, bailarinas eróticas, mujeres de mundo para saber después de más de un "chasco", que la fanfarronería masculina esconde impotencia y/o inhabilidad. Todas sabemos que primero es la empatía, la proximidad personal y luego que la experiencia sexual repetida es la que nos hace una pareja en común.
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